"Falso recuerdo / Ithaca, NY" (2019) son dos libros de poesía que se encuentran en el anverso y reservo de este volumen. Ambos combinan los textos con distintas series de fotografías, análogas y digitales respectivamente.
"Año dos mil" es un libro de poemas Beuvedráis Editores (www.bvdrais.cl), octubre del 2006.
En "
Panorama cultural" de Radio Beethoven apareció el siguiente texto de Romina de la Sotta:
Año dos mil: la poesía chilena y actual de Matías Ayala
La poesía de Matías Ayala respira y entrega aliento, generosamente, con una línea clara e ingeniosa pero, sobre todo, patrimonial. Con los ojos abiertos se escribió Año dos mil, de Beuvedráis Editores.
Muchos imaginan a los poetas sumidos en sus mundos privados, contando una y otra vez las falanges de sus dedos, persiguiendo tal vez un misterio geométrico, la esencia de la lírica, la música de las palabras. Sabemos que la melancolía vaga es a la inspiración lo que la cosmética a la estética. Dividamos aguas y crucemos el río, de la mano del talentoso chileno Matías Ayala, y su libro Año dos mil, de Beuvedráis Editores.
Lo primero que reconocemos es su conciencia; el autor escribe despierto, con los ojos abiertos, inmerso en una realidad concreta de la cual no se evade de ella para dibujar belleza ni para devolverle a la palabra su función ritual, hacer poesía.
Ello se extiende a la geografía y a la historia. El autor se lee chileno, cuando aborda la capital, compone más que una canción de protesta, con actualidad y sin lamentos. Compartamos “Alameda Libertador Bernardo O’Higgins”:
Cuerpos que deambulan ansiosos arropados de colores sobrios,
Rostros que recuerdan a otros,
Parecidos de familia lazados a registros
Del mestizaje que tuvo y aún tiene lugar.
Cuando convoca nuestra biografía nacional, juega ágil y sutilmente con las percepciones comunes que tenemos de los grandes acontecimientos. Revisemos versos de “Asunto de historia”:
A mí también me contaron historias
De aquel tiempo confuso
Y, más que la historia misma,
Es el tono lo que ha perdurado.
Había ansiedad en sus bocas
Y la lengua oscurecida por el vino,
Había rabia agazapada en sus ojos
Como en un animal después de atacar.
Recurramos a la elipsis, en nombre del tiempo radial:
Ah, sí, me refiero a Inés de Suárez
-la única mujer del campamento-
que ante el vértigo de la inminente derrota
dejó de curar a los heridos
y degolló a los caciques prisioneros
haciendo rodar sus cabezas por la Plaza de Armas.
Y besaron, por última vez, la tierra fértil
Y estaba fresca, estaba fría y era blanda.
Matías Ayala tiene la precisión de un cirujano para distinguir lo accesorio del continente. No importa si se refiere a anécdotas propias, al oficio del poeta o un hecho policial, siempre su mirada dona sentido. A veces con humor, y otras con rabia. Leamos:
Te salvaste del juicio, Augusto, es cierto,
Pero has saboreado la amargura
Sin fondo de la palabra “impotencia”
Y, al parecer, tampoco te ha gustado
Saltemos unos versos, en este poema que se titula justamente “Vida retirada”:
En las palabras “derrota” y “dolor”,
en sus orillas, has dormido sin calma
sopesando metiras y números,
traficando compasión e investidura.
Que la historia no se vaya a escribir
Completamente según tus designios,
esta evidencia tal vez inservible,
nos alborota las tripas de júbilo.
En las palabras del autor, la emoción no sólo se contiene, sino que al pasar un segundo, se vierte y nos traspasa. Y esto va más allá del ritmo, de la métrica y de los colores. Esto tiene que ver con el alma despierta, con escribir con los ojos abiertos. Cerremos mencionando “Elegía a E.L.”. Naturalmente, dedicada a Lihn:
No eres más leído, creo, más querido no eres,
Pero te puedes complacer
De que no te hayan hecho un santo, un souvenir,
Una cifra de consenso.
La belleza concreta y al mismo tiempo espiritual, en
Año dos mil, poemario de Matías Ayala, de Beuvedráis Editores.
Por Romina de la Sotta
15/11/2006